30 de diciembre de 2012

Testamento de tu existencia.

Por si alguna de estas noches dejas de aparecerte, y si delicadamente tus palabras se desvanecen con la sombra de tus ansias, quisiera manifestarte que mi credo conformado por tus piernas y tu espalda son los mejores espacios recónditos conocidos por mi existencia vaga, pueril, hostil como tus canas. Decirte es poco, porque besar tus desdenes en la tarde candente del sol anaranjado era una deliciosa forma de matar el ocio, de amar en vez de fumar los pensamientos y vertirlos de lleno en tu piel. Como si esto no fuera poco para describirte, se me quedan angostas las palabras para convencerte de que eres  un cuerpo libre del que me encuentro encadenada, porque tus muslos de hombre, tus sienes de nieve y juventud mezcladas hacen retorcer las miradas fogosas de los amantes, de aquellos que se aman como niños en plena pubertad.

Como si los segundos fueran arena en mis manos, quisiera contarte y recorrerte de nuevo, porque a mis días les diste gravedad, porque tus meridianos se volvieron paralelos en tu presencia, porque tu silencio se hicieron versos descritos en los girones de la imaginación, de la ambiciosa intuición de un beso callado entre dos palomas que viajaban por los aires buscando ser libertad, ser mucho más que dos, ser observados desde el cielo siendo envidiados por todos, porque volábamos, eramos libertad en el firmamento, firmando delirios de tu alma, de mi alma.

Si esto no llegase a ser suficiente, te cantaría alto para que me oyeras, haría música con tus brazos, con el dorso de semejante hombre de no sé cuantos años,  ese que apenas puso la mirada en mi existencia mundana, y la respiración misma se volvió una aventura. Lo clandestino de tu retina era una invitación a zambullirse en tus mares, a ser amores de estos, sutiles, avasalladores. 




Canción para la mengana


Mengana, eres la medianoche de mis adentros,
El mediodía de mi garganta, la parsimonia de mis besos.
Vuelves al cenit como del río al agua, como llenando el vacío,
Como retirando el perímetro, el área del cubo de tus senos.

Vas indolente y ligera, como niña corriendo tras las esquirlas,
Pareces adolescente con tanta risotada, con tanta bobería,
Y aun así, alegras mis soles, mis eternidades, 
todas estas cosas mías.

Al caer la tarde te encuentro, inocente y juvenil, con tu mirada y la mía,
Como pegadas andan, tales imanes, tu sonrisa y la mía… 
Como si no importaran tus aventuras, 
mis errores, mis deseos y tus vidas.

Llegas presurosa a mi auxilio,
evitando el precipicio, porque cuando apareces,
Solo me pierdo en tu olvido, 
en tu olvido que es tan tuyo y mío,
tan nuestro y de nadie,
tan de siempre, y como nunca,
como si el sabor de tus labios no se hubieran ido nunca. 

18 de diciembre de 2012

Punta Arenas


Es la ciudad de los confines, de los ventisqueros dorados y musgo. Es la danza de nubes que cuelgan como palomas en las alturas y dibujan un lienzo de grises tonos, colores densos y profundos como la mar estrecha de la llanura y la pampa. Es la mujer hecha piel de oveja y corazón de zorro, es la ancestral y la Patagonia amada, como el suspiro último de los marineros, el temor de los cobardes y la esperanza final de los amantes… Es el viento que canta y murmulla sus pesares de los candores nortinos, incluso es el sol escondido entre el cenit eterno de la noche, es la eterna cómplice del amanecer… es el día largo de las horas acalambradas de tanto trabajar.

Como si no bastara con ser todo eso y más, es el aroma de los calafates y el dulzor de los ruibarbos. Es el pudor de los ñandúes y la fineza de los flamencos en las lagunas de los finales. Es la lluvia bipolar y el clima impredecibles, es el ovejero invaluable, las estancias antiguas de los viejos perros lejanos, es Punta Arenas.. es el estrecho, es la última estrella del universo helado y olvidado… es el porvenir de los sueños mundanos.


7 de diciembre de 2012

No busque en mi.


No busque en mi, la primavera soñada
Las hojas recién cayeron, la estación está en la quebrada
y tus ojos entonces, encontrarán risas tañendo el alba.

Mengano, estas dulces palabras que resuenan mientras escribo;
no son más que tus primaveras con pájaros de nido,
libertades del mañana, igual que resplandores sin fulana.

¿Cómo busca pensamientos en la tierra fértil que apenas ha sido trastocada
 por el otoño
 por el silencio abrumante, 
o en las gotas que resuenan,
por el oxidado devenir de la mirada, 
por el zinc que toca en la mañana,
por la vida que se hace efímera en la llegada de tus llegadas

Mengano, pretende encontrarme como rocío después del alba,
hallarme como cual cómplice busca la huella indicada,
mas no entiende que si ha de acorralarme,
o de amarme mientras me halla, 
la seda se volverá entonces áspera, 
o quizá miel que se vuelve agua entre las yemas de sus lánguidas parsimonias,
dedos sutiles, manos que buscan el panal en las costas perdidas,
en los horizontes de la noche, como amantes de la luna,
del enigma.. de la insomnia.

6 de diciembre de 2012

Enciende el fuego


Hombre infinito, buscas que de tu costilla pertenezca, o que del tambaleo de las piedras tu nombre cante a lo alto y estas se detengan. Calladas palabras que nacen como disparos a la miel, así de dulce y de complicado se disuelven tus balas en lo meloso de tu llegada, en lo directo y en lo sutil de mis deseos que se enfrentan ante lo soñado y lo prohibido, entre el juego y la verdad más frívola… entre tus dedos que escriben y mis miradas que te evitan. Entre lo inocente y lo peligroso que significa tu existencia me pierdo y entonces pretendo buscarte para luego perderme. Y me sigo perdiendo aunque no quiera buscarte, y te encuentro y entonces… ya no estoy.

La noche acalorada le entrega candor a las horas eternas de tu encuentro, de tu vaivén emperdernido, me invitas y no te invito.. me llamas y te llamo como en susurros, me piensas y yo.. ¿Te pienso? No lo sé, pero en estos desvaríos ya es fácil adivinarlo, como velero al fin del cause. Enciendes el fuego y lo mantienes en llamas, lo callas y entonces el incendio que permanece en los exuberantes adentros desequilibrados retumbando.

'Vamos' te dije… enciende el fuego, pero no sé que será de mi… Cuando cenizas me vuelva ante tu cuerpo.



1 de diciembre de 2012

Acciones



El cénit, tus palabras, un beso imaginario, cual diamante embruto en aquella boca. Esa mirada que no me ve, unas copas con el silencio y tu imagen en la sien, los mil y un deseo en el estómago, tus caricias en las yemas, lo lánguido de tu espalda y mi recorrido de hormiguita. Tus palabras, el cénit, y estas horas cautivas de todo. De la palabra a la acción, solo mi paso siguiente. Proceder.


28 de noviembre de 2012

Compañero ausente


Compañero ausente, en estas palabras de la noche no aspiro a muchas ilusiones provisorias, a grandes sueños indolentes, no pretendo sorprenderte a estas horas venideras, no sé que pretendo al escribirte, no sé de que huyo al encontrarme, porque de encontrarme te pierdo, sin haberte tenido.

La palabra resuena lenta, precisa, hallada. La complicidad la escribe temerosa, como cautiva en el segundo, cual instante perfecto se idealizara para soñar con los no – lugares existentes en la orbe de los injustos y los ciegos, en los lujos, en las almas pobres, en las miradas eternas, en los reojos de la muchedumbre en la que no te he encontrado, en la que nunca me has visto.

Hombre de las palabras infinitas, no redundes en lo ya dicho, no busques, encuentre vida en donde el sol se pose en tu semblante irreconocible de los pesares que no lloran, que más bien encadenan tu andar, busca verso y soledad bohemia de la madrugada, siembra primavera larga y duradera, y no pise las hojas amarillas caídas del pasado otoño, que la estación es corta y los suspiros largos.

Y si nunca te he visto, y tampoco me has encontrado… ¿Cómo puedes entonces creerle al verso cauteloso, en los labios de un desconocido?, pues debes creer que el verso puede más que el silencio, más que todo lo calmo, como mar adentro sin corriente, sin mareos.

18 de noviembre de 2012

Décadas más.


Será una década más. Décadas perdidas, épocas errantes del tiempo que han creado de la greda a esta joven hecha mujer, hecha aprendiz, hecha niña de sutileza e ignorancia. No son las primaveras contadas, menos las estaciones olvidadas de aquel invierno eterno y lejano que se clavaron en las entrañas, menos la niebla porteña de la mañana junto a sus movedizos suelos misteriosos llenos de pánico colectivo a las gentes de la región alojada hace diez y un poco menos… es la vida fugaz entre los dedos de una pequeña que creció en los valles y en el hedor de los pescados al mediodía, es la voz de la cantante arraigada en el silencio de la niña prodigio de los defectos, de los amores de pasillos que la hacían llorar por todo el lugar, de los subterráneos cómplices del candor adolescente de los colegiales colmados de ganas, de las músicas que impregnaban su diaria vida con apellido de pintor sin oreja y muchos más. Es ella el dolor eterno de sus pesares melancólicos, de los recuerdos secretos que lloran el lamento de la muerte, de los adioses sin despedida, de los corazones con ataque de ternura, de las mañanas y tardes siendo nieta del eterno cómplice, es el sur lejano y cercano del olvido, pero además es la brisa suave del clima, de la changa, de la caleta, de la Gabriela, del existencialismo. Son la raíces arraigadas de otras tierras, son la gente que vive mirando el mar y sus pescadores, de la apasiva mujer con ojos silentes que la añora, de la hermana que nunca tuvo, de la familia calurosa en la que no encaja, en el Tambo de otros tiempos de descendencia, o antecedencia?. Y como si no bastara, es calma y desespero, sonríe, luego sulfura, se va entre los extremos y la mitad del horizonte es el justo que nunca encuentra, o que persiste en hallar. Es el Mar y Sol cómplice de sus risas, es la mano que tiende sin echar al vacío, es la sincera, el impaciente, la histérica, el temeroso, y otros tantos más. Encierra tanta gente, tanta mierda, tanta realidad, tanta pereza. Encierra soles imposibles, ha empezado a soñar con utopías. Buscaba la oreja perdida y sin embargo, terminó enredándose entre ondulados cabellos que canta de trovadorescas palabras y metáforas.

Hoy, la mirada resuelta y el corazón aprejutado la llevan a caminar más allá, mucho más lejos de lo que pudo haber imaginado, pues imaginar en ella es difícil, soñar no es un privilegio en sus miradas, caminar es más sensato y sin embargo, siempre ha buscado alas para volar. Como ven, así es. Con diez décadas más, no sabría adivinar, ella sabe que lo contado hasta hoy no cura de espanto, pero ya comprende porque existir a veces se resiste de ser más que un espanto.







Feliz Cumpleaños.

Mengano


Esta historia solo se quedará en las cuerdas de tu guitarra, mengano. Cuando dejen de ser las catorce con treinta, la tinta en tu papel habrá desaparecido para esfumarse en las melodías en sol, ni fa ni re… solo el Sol.

No probé tus labios de miel, tus cabellos grises jamás trastocaron mi frente, tu risa solo se quedó impregnada en la memoria de mis deseos furtivos, en las flores cortadas antes del atardecer y más, en aquella primavera tránsfuga que aconteció tan rauda que los botones de los girasoles no conocieron el radiante semblante que me instalaba una sonrisa sutil y nerviosa. Y sin embargo conté con tus palabras y sueños escritos en cada medianoche, bajo los silentes madrugadores que se esperaban frente a la muralla de la cobardía, de los instintos fallidos por lanzar un llamado, un suspiro al aire para respirarte, para hacerme la valiente y buscarte entre la multitud, abrazarte, o saludarte… tal vez besarte de golpe, y luego irme para nunca encontrarme entre tus brazos. Mengano de ojos tan misteriosos, oscuros, libres, fuiste la estación del tiempo que apareció y desapareció en el momento mismo, eres el amor más fugaz que mi sien pudo haber tenido, sin siquiera haberte reclutado en mis sábanas, menos en la piel rasgada de sazón por ti.

Estas son mis palabras por última vez, ahora puedes cantarla sin pudor alguno. Puedes fantasear con la musa de tus canciones, sacarás respiros de la vida a la que te entregas como eclipse solar heroico y valiente, seguirás buscando girones parar rodearte a ellas, para saciarlas a ellas, porque el Sol será testigo de la tímida flor que se distrae con tu luminosidad incandescente, de las adolescentes enamoradas, cuales jóvenes distraídas, en el encuentro con el peligro, mengano. 


15 de noviembre de 2012

Ven


Ven, cauteloso y silente como la calma de estas horas impredecibles. Las sábanas de aromas nos espera, como capullo rojo de tus deseos, como un intento de enrollarte húmedo, atrevido a mi encuentro, a coincidirnos, a bebernos. Respira lento y profundo el aire del infinito cielo. La habitación nos cobija en un secreto inocente, y tan sutil de las palabras inefables que pudieran describir tu humanidad de humano, con ese aura de paloma que se lanza al vuelo extasiado de calor, de ansiado candor entregado. Aquí te espera el seno de la loba, acallando tus exaltados verbos, búscame aterrada entre los girones de tu cuerpo, entre las selvas de tus ojos cautivantes, entre tus labios que se callan los sentidos, los sin sentidos. Estoy entre los valles de tu pecho de roble eterno, de una semilla crecida en plena primavera, cual joven de uvas maduras, de vendimia cosechada hace unos soles anteriores, frescos de la lujuria adolescente, sabios de los besos que nadan por la espalda ligera, temerosa, un tanto infantil y no tanto a la vez. Luego, como si no bastara con las manos que me guían por tu cintura, tu corpórea voluntad de hacerme contigo, nos halla y luego nos roza el ímpetu, como queriendo quedarse en tu piel de arena y greda, de libertades que me oprimen el aliento, que entrecortan la cordura, el pensamiento, tus silencios. No detengas el clamor de la bravura incandescente de mis adentros, no sacies jamás la flor entumecida de tanta orgasmia escondida, ni temas ante el aullido del animal que se asoma por las alturas de tus anchas espaldas, obtén del instante perfecto y desconocido, la primavera jamás percibida por tus amazonas de miradas, y no impidas que el pensamiento se desvaríe entre tus piernas anchas de hombre libre, indomable, amante de la libertaria conquistada, la mojigata insensata, de los brazos que alzan tu vuelo andino. Asómate y no titubees. Ven, cauteloso, silente, como el fuego que incendiará estas horas del sueño indeleble.


14 de noviembre de 2012

Chucherías


Mis pasos caídos se aletargan en tu devenir profundo de la oscura madrugada. Tus desdenes, infinito hombre, son como temblores que apesumbrados me encolerizan de ilusiones baratas, de amores sin freno, de incoherencias vanas. Si tu vuelo infinito es como un llamado del sol a tu ventana, de las corrientes presuntuosas de tu encuentro, como luciérnagas andantes de un calor invisible del tiempo y de estas horas malditas sin sentido. ¿Y que más podría ansiar? Que más que tus candentes labios sabor de la luna inmersa en el sol, que tus palabras silentes en el resplandor de una tarde cualquiera,  una simple ave paseando por las galerías impenetrable, cual Neruda despreciando al gentío mundano de estas horas y en otras tantas, el reflejo de tus ojos en mi lago en el cénit. La puta primavera ha cortado los jazmines del rosal, o los rosales del jazmín girasolar, como el sol del efímero suspiro de la muchacha enamorada, de la definición teórica de tus des – encuentros, o de tus instintos galácteos del orden caótico de tu selva ocular.

7 de noviembre de 2012

S/T

Caminaba lenta por la neblina penetrante y grisácea, furibundo rostro perdido en las memorias del tiempo gastado de los pasos crepusculares. El árbol de la noche cantaba sus lamentos, y la mujer lánguida como medialuna en el oscuro devenir de los impíos y sucedáneos, replicaba sus angustias. Era domingo gris de la madrugada, de la cruel pasarela del olvido, del lamento no escuchado por los dioses.

Éxtasis

Cuando termines de hablarme ya no comprenderé porque lo haces, pues tus labios aparecen cercano a los míos, y las entrañas de mis adentros se tambalean, mis sentidos se desvanecen. Tu voz es un canto de cuerdas perfectas, tal como el agua que se instala en mis pupilas, y entonces el sol se desvanece en el cielo. Los jardines de tu alma florecen cual primavera eterna se quedara impregnada en tu rostro, y el caos de sentimientos que nacen de nuestro encuentro, me hacen fantasear con la utopía liberada de tu cuerpo. 

6 de noviembre de 2012

A primera vista


Fue tan solo un cosquilleo en la sien, una risa en el estómago, un simple tambaleo del firmamento en el que camino, y una fuerte sensación en los labios, una muchedumbre tan diversa y uniforme, un cielo grisáceo que lo enmarcaba todo allá arriba. Era el asombro de la inercia, la fugacidad en el alma de todos los minutos existentes, la sonrisa perfecta entre pequeños rayos de naranjos crepusculares, la mirada penetrante de una simpleza jamás percibida, la belleza del  tiempo reflectado en tus cabellos, y en tus mejillas. Simples parpadeos, nada más que un saludo, como si con eso bastara la vida que se funde entre los dedos, entre los deseos, entre un encuentro jamás encontrado, la emoción de lo instintivo, lo imperecedero.  

2 de noviembre de 2012

El fulano

Él estaba como siempre en el mismo parque bañado en flores de todas las clases, azucenas y maravillas, entre girasoles y amapolas que adornaban las pérgolas que la gente se detenía a contemplar en las callejuelas angostas que se vestían de pistilos y colores. Entre las rejillas oxidadas, grises que separaba a los mares de personas que se apostaban a mirar se encontraba, con la sonrisa enmudecida mirando las hermosuras silvestres, con su estatura media y sus ojos de sol que parecían iluminarlas, su frente algo arrullada por el paso del tiempo no hacía culpable a las mejillas rosadas que se hacían notar gastadas, pero con el espíritu joven que pretendía mostrar el rostro de ese joven tal como fuera, sin pudor de sus pocos pero largos años. Fulano era un soñador de realidades, un adulto en pañales que venía al mundo con sus rebeldías colmadas de alevosías, de ímpetus sagrados que le conformaban el metro cuadrado de la vida, de la cual sabía un poco más que los demás, pero mucho menos que el anciano que lo amparaba a la salida de sus aventuras… sus cabellos se precipitaban a notar su edad, unos tonos medios vacíos se azotaban con la suave brisa del parque en la que parecía una distracción entre tantas plantas y primaveras volcadas en la acera.

A su alrededor, rodeado de adolescentes, niños e infantes jugando, los sauces de la calle 10 se remecían en este preciso instante. La pileta del frente, al cruzar la calle de los lirios, explosionaba sus chorros de agua en donde los perros vagabundos se aseaban, y los amantes lanzaban su suerte al fondo de ella a través de una moneda. Entre todo esto, y cerca de los puestos de palomitas y otros dulces propios de la calle cotidiana, caminaba rauda aquella muchacha voraz, ingenua pero atrevida al atardecer… de mirada sincera pero un tanto perdida entre lo magnífico de aquellos detalles que solo ella nota. Su cabello rebelde al viento de las quince con diez, se despeinaba como los sauces que aparecían detrás de ella. La sonrisa de infantil juventud le entregaba candidez al aire tibio de la media tarde. Iba en dirección hacia las pérgolas florecidas de ilusiones, directo hacia los girasoles que eran la admiración misma de la naturaleza para ella, siendo sus grandes pétalos amarillos, el sol que siempre iluminaba su semblante.

No era casualidad el camino emprendido, si todo se prestaba para la estación de los melosos, de los amoríos, de la mirada infinita entre dos desconocidos. Inti se quedó inmutada por un segundo, sintió un temblor dentro suyo y nunca entendió la circunstancia que se aproximaría en unos segundos: “¿Por qué todo se mueve? Aquí las flores solo danzan con el sol y a mí las calles me parecen estremecedoras – pensaba - ¿Qué ocurre que entonces, la calma se ha vuelto ilusión?.

En la estación de las Añañucas se detuvo. Iba hacia los girasoles, caminando entre las personas apretujadas que fotografiaban la hermosura silvestre, unos enojados la dejaban proseguir en su andar, y otros simplemente la ignoraban, cuales muros no la oyeran decir ‘permiso’. Sin embargo, se encontró con unas damiselas rojizas, todas ellas vestidas unos detalles amarillos en su centro, y un tallo enorme que la conectaba a su raíz terrenal, como si fuesen tan sencillas y amables con su belleza. Inti cambió en ese lugar. Algo confluyó dentro de sus emociones que se quedó como hipnotizada observándolas, pues no las conocía y nunca había visto tanta belleza ancestral, pues sentía que la sangre de la tierra se encontraba en ese calor tan peculiar.

Fue así que enmudecida, giró su mirada y comprendió su desequilibrio interno. Con todo el tumulto a su lado, no se había percatado de aquel hombre que se encontraba allí, mirándola fijamente como si hubieran concertado ese encuentro desde siempre. Sus ojos eran de unos tonos tan vagos, diversos que nunca entendió cual era el enigma de aquellos colores insertos en esas pupilas fijas, parecían un acertijo por descubrir. Al encontrarse con esa pedante contemplación de su humanidad, esta se hizo hacia atrás, como queriendo huir de ese parque, de esos ojos y de ese varón que la intimidaba, pero en cambio, musitó palabras entrecortadas… pues su respiración se agitaba y sus manos sudaban de vergüenza o desesperación tratando de decir: “¿Y tú quien eres?.. ¿Acaso te conozco?”. El Fulano, observando el nerviosismo de la joven, sonrió con vehemencia y respondió: “Soy alguien, en teoría, un ser en proceso, y más bien un hombre en el lenguaje vulgar… ¿Te parece que no?”

Inti se reía por dentro, no comprendía la desvariación mental del tipo que la iluminaba de pies a cabezas, más… le gustaba las palabrerías de ese incógnito loco que se parecía a los lunáticos que su abuelo contaba cuando era niña, siendo inevitable que saliera una sonrisa de sus labios, un tanto tembloroso y  otro tanto cómplice, para que luego dijera: “No sé, en teoría y en proceso me pareces un extraño, nada más ni menos. ¿Qué más podría pensar?

Él acercándose un poco hacia Inti, de forma bastante particular le susurra cerca de su oído: “Mengana, podría ser muchas cosas y pocas a la vez, yo solo sé que contemplabas a las Añañucas como pequeña con un juguete nuevo… y me pareció una ingenuidad tan dulce que no pude evitarte.”

Luego, hubo silencio. Eran las dieciséis menos cuarto y los pendejitos seguían revoloteando por los alrededores, como pajarillos libres que volverían pronto a su jaula y solo aprovechaban los segundos restantes. Inti, no sacaba los ojos del desconocido que la intimidaba completamente… pero no musitaba palabra alguna. Esos pantanos de selvas hallados en las ventanas de su rostro la tenían de lumbrera por el universo, no se maravillaba por los pistilos en flor, sino por las galaxias que estaban en aquel horizonte que la encandiló. No se movían, sus cuerpos quietos parecían muñecos, y los sujetos colindantes ni se interesaban en semejante espectáculo de miradas que se hablaban por medio de otros idiomas. Yo diría que fue amor, pero estos ni siquiera lo adivinaban, fue tan fulminante reacción que solo pegaban chispazos, y nadie lo advertía.

Ella regresando a su centro, un tanto confundida, saca de su bolsa de cuerina vieja, ese reloj de cuerda que su abuelo le regaló, percatándose de lo tarde que era para seguir visitando el parque, ante lo cual rompió el silencio diciendo: “¡Debo irme, me esperan en la avenida Mayor y yo acá, contando soles!”, pretendiendo correr como si quisiera salvarse de un salto al vacío. 

¿Y por qué huyes? ¿Acaso temes de algo?.. Pues, el sol quema solo cuando vuelas de muy cerca!” - le replicó aquel fulano. 


“No huyo, no tengo de qué… es solo que tú miras como si fuera la añañuca que he descubierto acá en este lugar tan metafórico y debo irme, no tengo más tiempo para seguir creyéndome una flor del prado.” y Fulano entonces la hizo callar. No dejó que continuara, pues acercó sus brazos hacia la desconocida mujer que descubría segundo a segundo. No la besó, al contrario, le dijo lo último que quedaba por decir en ese instante: “Vaya mengana, que el sol siempre queda en las miradas… y usted ya encontró donde quedarse, como flor en la mañana.”



De esta manera, los amantes siguieron su camino. Él rodeaba su adiós hacia un ‘hasta pronto’. Inti no sabía que decir, ni como actuar tras coincidir con ese personaje… “Estaré aquí...usted lo sabe” dijo al darse vuelta, como trotando de esos placeres extraños que ese tipejo alucinador le producía. Lo peor, es que sabía que él estaría en esa estación de las añañucas, en esas pérgolas floreadas de todas especies.

Siendo las diecisiete con treinta, comprendió porque no llegó a ver los girasoles. 


28 de octubre de 2012

El puente nublado de soles


Nublada vista se precipita a la llegada del olvido. No hay nada alrededor del abismo, solo se encontraba la mujer de pelo largo, negro como sus desdichas, apagado como las luces que no encienden en el alba mirando hacia el puente que veía pasar el río con las soledades de su cabello, la madera apolillada de aquel soporte  percibía aquellas manos lánguidas que humedecidas por sus lágrimas, le entregaban ese candor desdichado que aquel personaje transmitía. La tarde caída de nubes grises, le atormentaban los deseos de su alma, su piel blanca que se volvía morada del nulo candor de sus mejillas, hacían comprender que el amor era un sol fugaz que dejaba ruborizados sus flaquitos pómulos que se convertían en rojo pudor cuando ese personaje indiferente se paseaba por ese puente de la discordia.

Cada día, los instintos la llevaban a coincidir a esa construcción de madera apolillada por los recuerdos y pesares de tantos otros amantes, el caudal de ese pequeño mar hilado era una suerte de poder elemental para que el amor escondido se purificara y saliera hacia un lugar en donde se perdiera, antes que ella terminara de perderse embolinada de amores desenamorados. Fue cuando de repente, sin más aviso, el tiempo se detenía y los relojes se pausaban, el resplandor de su mirada era incierta, pero concisa, los árboles sentían la brisa melosa que advertía el segundo que en el ambiente se preparaba cuando él apenas daba un paso cerca. Sus ojos potentes la quemaban a lo lejos, y entonces no era una ilusión, mucho menos un sueño, no era más que un  sujeto misterioso, silencioso que le quitaba la coherencia de las palabras, el aliento de su boca pálida, la cegaba apenas asomaba esos parpadeos a su temple lleno de luz. Fue así como la muchacha no pudo musitar palabras, pues sobraban en esa complicidad mutua que los ahuyentaba y a la vez los unía en un simple afán, encontrarse sin buscarse, o buscarse para no hallarse nunca.  Con el sol de testigo, silenciaron por minutos lo que solo bastaba decirse por aquellas pupilas que no mienten cuando solo contemplamos el objeto mismo, el pecado en el sitio del suceso, la manzana elegida por Eva y todo eso.

Nadie pudiera haber adivinado que la nublada tarde sirviera para tantas coincidencias, nadie podría adivinar que el Sol detrás de ella no se equivocaba en sus movimientos, pues no fue advertida por nadie, menos por los locos amantes, ella, la blanca, él, caballero andante que, solo hizo con la mirada lo que la primavera hace con las flores.  


27 de octubre de 2012

Viernes

Es una tarde soleada de Octubre, con los árboles llenos de flores que me saludan con el viento suave que las menea al tintineo de estas horas eternas que se cruzan en estos momentos en donde, recostada sobre el verde prado que todo lo rodea, me ve escribiendo, plasmando como de costumbre y desahogo, todo lo que nace de mi cabeza en este instante, en este segundo que invoco frente a mi, para luego perderte en el parpadeo.

Me pareció verte, no sé si era tu sombra imaginada, o el simple reflejo de tu cabello en el suelo frente al incandescente sol, incluso, apostaría a que era tu presencia en este sitio y en esta verdad, no un mero invento de mi cabeza. Entre el abrir y el cerrar de mis pupilas, te diviso en cámara lenta, en aquella aparición que nunca llega, cual oasis en el desierto pálido y angustiante de aquellos que van coartando su sed para beberte entero. 

Me debería dar por vencida, pues en estos segundos y en este sentir profundo, no cabe mi deseo silencioso, cauteloso. La ilusión se ha vuelto desilusión de un tormento a otro, las miradas vibrantes se distorsionan en tu llegada, los colores se mezclan, se difuminan como un caleidoscopio de sensaciones que me llaman a despedirte sin siquiera haberte recibido. Solo quiero dejar de verte en las calles, en las retinas, en los libros y gentes, en los pequeños augurios del alma, en aquellos desamores que se me han perdido.


El músico y la guitarra


Ya no hay armonía en la melodía de cuerdas, la guitarra tensó sus acordes y entonces comenzaron a salir voces desordenadas, apabulladas que se estallaron al tocarlo. No fue casualidad que ella se percatara del dolor que esto le provocaba, pues las hermosas piezas antes instrumentadas no le entregaban el mismo sazón de sentirse embellecida por las manos de aquel músico fragante, acertado que contemplaba sus cantares. La musa cedió al tedio del artista, cual huracán embravecía su destino, como un poeta encerrado, vacío de las inspiradoras llaves de sol, un desdichado que se perdió en la inmensidad de su marea. No quedaba temple en la añeja guitarra, menos para el músico. Se cortaron las cuerdas, los amores, las semifusas por entonces, ya desentonaban.



18 de octubre de 2012

Del universo y otras cuestiones


Escribo palabrerías para siempre, tus memorias, tus recuerdos, tus bienvenidas y despedidas. Podría alimentarte de versos todas las mañanas que quieras, y aventurarme por las estrellas que caen con el oscuro cielo para que explores conmigo los universos, la belleza. Iría al verde prado para soñar despierta, o caminar de la mano juntos como si fuera un pecado ante el mundo, correr por los aires con la mirada que proyectas, hacer de esos ojos puros un océano de cometas. Me gustaría despertarte de improvisto, que le agregues a mis años, vino tinto de interludio… Cosechar añañucas para vestirme de rojo en flor como ellas, inspirarte amores extraños, de estos que me dejas. Para desfallecer tranquila, podría describirte con el viento, con el cabello oscuro de tintes perfectos, con esa sonrisa que mueve galaxias enteras, de todas esas vías lácteas que aparentan cuando llegas.

14 de octubre de 2012

El testimonio de Lolita


Esta atracción peligrosa no se controla, apenas llegas y se encoleriza la piel por completo, se paralizan todo los instintos y la cabeza comienza a envolverte de pensamientos. ¿Hasta cuándo será?... Cada día enigmáticamente arrancas un pedazo de mi cordura, de la coherencia en la que escondo mis dislocados sueños, mis añoranzas por tu mirada cautivante, por tu sonrisa que enciende dos luces a los lados de tu mejilla, por ese sendero al que diriges todas tus atenciones, tus deseos. Esa boca me descontrola a lo lejos, ha besado a tantas que sería mejor re inaugurar tus labios, y ese semblante en el que muchas han caído rendidas, han hecho bailar a tantas que terminan esperando el sol por tu ventana, quizás muchas de ellas ni se imaginarían que en la cabeza de una joven como yo, pudiera inventarme un hombre como tú.

En las noches sin descanso, pretendo olvidarme de tu rostro, mas no es posible con el encanto de tus someras palabras, de tus intenciones sutiles en el momento exacto en el que te escondes pero apareces de igual forma, recreándote en mi sien, recordándote en el alma, en el ombligo, en la cintura, en las palabras que nacen de tu espíritu invocado. Eres como la deriva que me envuelve, la perdición cadenciosa de los deseos, la utopía hecha material, hecho convicción, hecho vida. Exorcizarte no me parece sano a los cinco sentidos abrumados con tu presencia, prefiero a veces quedarme en tu locura y soñar como lo haces tú, aunque lo hagas todo tan perfecto ante los ojos de una joven que juega a ser mujer, mas contigo, regresa a ser la tonta quinceañera que suspira a cada segundo por el imposible amor.

Si pretendes jugar, yo no te aseguro hacerlo, aunque lanzarme del vacío hacia tu cuerpo recorrido, podría ser de esos pecados en que se disfruta del paraíso mismo. No eres el diablo, ni nada tan decadente, eres la obsesión de una joven que no sabe simplemente como actuar, como hablar, como respirar al llamado de ese niño que se encierra en la cárcel de la madurez de roble.

Todas estas letras, una por una, se deshacen en tu abismo… ¿Por qué todo parece confusión con tan solo nombrarte en el silencio?

11 de octubre de 2012

Prófugos


Somos prófugos de nuestro destino, te muestras entre la muchedumbre y luego desapareces en el segundo mismo. Busco hallarte, más el tiempo pareciera que detiene el momento, y pierdo la brújula de tu mirada... escapamos el uno del otro, y aún así ansiamos coincidir en el camino, aunque estos sean tan distintos, la valentía nos gana y pretende unirnos en lo desconocido. Y en el pensamiento te llamo, con el semblante te ignoro, sin embargo los animales que conforman mis adentros, indomables se vuelven a la presencia de tu sublime espíritu. Tantos imposibles callo y tantas palabras escribo, mientras todos parlotean y yo solo escribo, para quitarme el desengaño, para encontrarte en el sigilo. 

 Estar así despierta, es un delirio de condenados..


10 de octubre de 2012

Inventario


Cómo quisiera dibujar sobre tu alma girones de colores, unicornios voladores y jirafas pequeñas, no alargadas y altaneras. Sobre el horizonte de tu vientre quisiera ver los soles que se posan sobre la mar profunda, inundando el naranjo crepúsculo de la casi noche, de la casi tarde ennegreciendo el firmamento, queriendo alumbrar las estrellas... las fugaces, las eternas, todas ellas imperecederas. Como ansiaría borrar las cicatrices de tu silueta nauseabunda, de aquellos túneles que atraviesas diariamente cuando despiertas del sueño imposible, quisiera ser el amor que nunca tuviste, la cuenta que nunca que se acaba, el té bien cargado de la merienda… Buscaría ser la poeta enamorada, la que versa sobre tus aventuras diarias, la que te espera en el regreso hacia Itaca, la simple menina de Velásquez, o la simple algarabía de tus ideales en la lucha ceñida. 


1 de octubre de 2012

Primavera


Hoy es primavera... "¿Cómo lo sabes?".. Me preguntas y es solo cosa de adivinarte en la mañana nublada. Floreces cual capullo se abriera con mi encuentro, como el sol que nace en aquel cerro que diviso cada vez que necesito de esa luz candente, prominente de una calor peligrosa, interesante.

Hoy es primavera, y ya no te lo preguntas... En estos cinco segundos solo basta la mirada por la cual se despeja el firmamento y el aroma de los girasoles que se hace notar en ese ambiente de pececillos flotantes, de pajarillos navegantes.

Ayer estaba oscuro, denso cielo cerca de la tierra, y hoy sonríe allá arriba, tan lejano de ella que, pareciera haberme prendado de un lucero cobijado en tu rostro, tan lleno de sol porque... encendiste la primavera, y ya lo sabes porque, esa, la primavera, no eres más que tú, silencioso, insolente y fugaz.


17 de septiembre de 2012

Me brotan las palabras..



Me brotan las palabras, quieren salir todas hacia afuera, agolpadas una tras otras en mis manos, en mi garganta apretujada de no saber que garabatos saldrán de mi ventana, con la mente aruñada de ropajes y escaramuzas, con la infinitud de las estrellas en el firmamento de tu rostro, en el caudal deseoso de tus pensamientos, de tantas porquerías que se hacen incontables en mi andar descontrolado de letras y sustantivos alharacos de un tumulto inexplicable. Quisiera explicar los animales que se posan en mi ombligo cuando vas al encuentro de unos versos, de unas situaciones medias extrañas… ni tan extrañas! Solo inefables segundos de una cotidianidad que me impregnan la sien, y la revuelve hasta el cansancio.

Son mágicas las horas en que te desvistes en la penumbra de ese silencio que nos oculta, pero son más terribles los días en que la cabeza solo pretende repetirte y nada más que invocarte. ¿Con qué razón habré de suspirar tu aliento, si ni esto pareciera ser real?, ¿Cómo puede ser tanta verdad tu boca llena de rojas utopías, de gentío atrapado en tus labios, de tus besos implorando rebeldía?.

Increíblemente azotas la tranquilidad de mis mares, el temple de mis puertos acarician ese oleaje que rebasa por sobre la arena, volviéndola espuma, entre vaivenes de sal y dolor, entre huellas pegadas al suelo y llevadas por su constante andar… Mareas como la marea que te hago imaginar, como el efecto buscando su causa, como la consecuencia inminente de tu río sobre la desembocadura.

16 de septiembre de 2012

Añañucas


Es como si aparecieras de repente, como si llegaras con la primavera en flor, exótico, salvaje junto al viento de Septiembre, con el atardecer de un día ordinario, en esa rutina de ojeras largas y semblantes cansados y apesumbrados de la vida sin sentido. Viniste con el asombro del mediodía, como cuando el cielo sigue nublado pero entre ellas aparece el sol, entre las rendijas de mis calles te asomaste por casualidad... Has entrado lento pero seguro, y no has dejado duda alguna que quisieras mostrarte entero, sin nada que ocultarme.

Compañero, saludaste convencido de tu estancia… te sentaste a la orilla sin pedirme nada, en la acera contando soles y lunas a la posada de la rivera. Has llegado taciturno a mi encuentro, bello, tierno a las palabras, sabio a las miradas, misterioso en tus secretos. Solo me divisas cada noche, cual oscuridad fuera mi cuerpo, cual luz tu ventana, cual eclipse contemplaras.

Y en los roqueríos de tu alma quisiera enredarme, ser el mar rompiendo con alevosía, con locura, sin fluir con el aire. O quisiera también, ver florecer añañucas de tu vientre, de tu frente, de la raíz del mundo que nos une, del gentío que nos separa, añañucas para verte.

11 de septiembre de 2012

39.


Ese día era especial, nublado por la ventana y caluroso por dentro, el gris firmamento carcomía la niebla que revoloteaba por entre los árboles, y los azotaba con tal fuerza sutil que sus arbustos me meneaban como al ritmo de una guitarra, nada parecía adivinar que las cuerdas de su melodiosa voz se romperían a los gritos de la bandera que ya no flameaba victoriosa. Eran las once del día once y nada acaecía en las calles, yo me encontraba sentada en la terraza, bebiendo mate y fumando al aire como por inercia, Santiago se veía temerosa pero en la infantil adrenalina del suspenso, no había ruido y solo el silencio se volvía más ansiosa por gritar que las alamedas serían cautivas del dolor de toda una muchedumbre. Mi madre cocinaba las churrascas que salía a vender por Yungai, pero mientras llenaba la fontana, esta se vino al suelo y en un estallido rompió a llorar, excupitaba palabras sin sentido, la abracé pero se abalanzaba como una muerta hacia mis brazos, vociferando: el compañero… el compañero Allende”.. Y yo no concebía la idea hallada en esa frase, no imaginaba la realidad inminente dibujada en mi ciudad… era tan joven que la inocencia marcaba mis años, inocencia que me cambió la entereza en esa época de fuego y destrucción, de miedo y de cuidarme el pellejo.

Luego, entendí que la capital ensangrentaba sus raíces. Las voces calladas luego eran angustias de gente agolpadas en las calles, gentes en la radio oyendo el devenir de sus ideales, de sus sacrificios, de sus utopías trabajadas día y noche, bajo la sincera mirada de un personaje cuyos lentes cuadrados no lograban apagar su candente convicción de sociedad, de comunidad entre cada uno de los ciudadanos de su patria. El cielo ahora lloraba, las nubes despojaban gotas como si consolaran a la tierra desolada, a la ciudad del desastre humano… no bastó para que se oyeran ciertos aviones por nuestras cabezas, el horror que estas impregnaban sobre nosotros… la locura colectiva de aquellos que sentían la muerte rondando por las esquinas, por las callejuelas… ya no faltaba mucho para que rodaran por las aceras, para estas horas… en la Moneda, el primero de todos, ya bajaba la guardia.

El presidente había muerto, el gran hacedor de sueños hecho materialidad, se habría quitado la vida. Nadie podía concebirlo, pues, horas antes, parloteaba en una radio, y sin embargo, un balazo calló por siempre su oratoria simple, directa y sin temor… su voz era de metal y no angustiaba, tranquilizaba al pueblo en ruinas, a un pueblo que no conocería el amanecer de la democracia, nunca más.

Ese día fue el once, un día que hace treinta y nueve hizo de Chile, una despiadada tragedia de muerte, de jardines humanos en las calles, de exilio, torturas por doquier, y violaciones… eso, eso fue el once, la destrucción de esa sociedad que abogaba, que cantaba y luchaba. Ante lo demás quedó el miedo, la enajenación, la herida abierta.

28 de julio de 2012

Palabras al café


En el corredor de ese pasillo, te encontrabas, y me observabas con inocencia. Tus ropas quemaban mi pudor por no corresponderte con la mirada, cuando sabías que ya me habías ganado la partida… yo no pronunciaba gesto, menos palabras… porque sobraban en ese instante perpetuo en el que solo existía tu deseo escondido y oculto como el secreto más preciado. Volteé la espalda y con desdén seguí mi rumbo, mientras que el corazón se desgarraba de mis entrañas por ir a tu encuentro y calmar tu fuego.  En las palabras que salen de mi bolígrafo, escritas en una servilleta que guardé en mi chaquetón, apareces en un presente tan lejano a la época de antaño que nos unía, en la adolescente experiencia del amar, en aquella locura que ignoraba el paso del tiempo por nuestras cabezas, en donde solo quedarnos acomodados a la orilla de una plazoleta bastaba para delirar de pasión, para revelarnos ante el mundo, en ese espejismo abisal de la tarde desvaneciéndose por el poniente.

Mis faldas de colegial insistían enredarse con tu humanidad impredecible, pero ese corredor del pasillo nunca adivinó nada de nuestros pasos, todos aquellos en falsos que callaban nuestras declaraciones infinitas de amor excesivo, cual Romeo y Julieta se rencarnaran para consumar su destino. Hoy con la mente más fría y calmada que hace unos tantos atrás, puedo contemplar esa aventura que ni tu mirada, menos la mía podían haber imaginado. Eras grandioso cuando decías amarme, mas cuando llegaste al abrazo determinante de nuestras vidas en aquel sitio que nos desafiaba a comportarnos como dos seres cabales, mas era imposible controlarme ante tu llegada. Una vez que salí de ese pasillo recorrí todos los parajes más cercanos hacia donde tu silueta hubiera estado presente, tratando de exorcizar tu espíritu para que no callara más el sentimiento que me quemaba.

Entonces cuando ya no pude seguir conteniéndome, fue que te encontré en algunos de esos lugares, en cuerpo y alma frente a mi, con el semblante sincero pidiéndome amor eterno, necesitando mis alientos, mis tormentos… como si no hubiesen sido suficiente predicción aquella huida en el bendito pasillo. Se me ha acabado la servilleta, y a la tinta del bolígrafo le queda solamente agonizar, pero mientras me termino el café, me acabo la historia que nunca debió haber sido comenzada, pues tras siete años de haberte conocido, esta muchacha solo guarda la memoria de aquella púber encolerizada que dejó a la deriva su suerte, que por suerte, ha recuperado su deriva.

"Y en su espuma gira lo que no alcancé,
a decirte... muy bien"

Terrae


Era fresco el campo y verde su trigal, toda hierba recién mojada con el rocío del amanecer era un paisaje de pasto tierno intocable que crecía desde adentro cual tierra fértil pudiese prevenir de una vasta cosecha, así el tubérculo intocable se precipitaba a florecer, mas nadie apostaba porque ocurriese. En lontananza hacia el prado más profundo divisaba a lo lejos un riochuelo que me guiaba por tus valles, me llevaban y no evitaban el encuentro hacia la desembocadura del mar. Las colinas al amanecer permanecían en la tranquilidad más perturbadora, esperando a que un torbellino de intuiciones las embraveciera de manera que no quedase flor en ella. Las tormentas amenazadoras paulatinamente acariciaban los bosques, el movimiento de las hojas danzaban como cabellos entre tus manos, la brisa les topaba la sien y se inquietaban ante su aliento, el viento silbaba en el silencio de esa tierra llana que se movía cuales relieves se acomodaban para transformarse en un suelo amazónico e inexplicable.

27 de marzo de 2012


¿Porqué tantas guerras y pocas flores?
¿Porqué tanto odio y pocos amores?

Una escena de película.


Sus dulces frases acortaron la respiración de mis adentros. Fue tanta la expectación que me quedé perpleja ante semejante acto desenfrenado y un tanto lúdico, que en lo barbárico de la escena se paralizó, porque tu reproductor de videos se cansó.

25 de marzo de 2012

La literal danza de las libélulas

Cuántas libélulas danzaban
por la musa que sus oídos escuchaban,
llenaban el espacio con tus cantos,
el alfil por ejemplo, al escucharse, se quedó anonadado.

Tus ondeados sienes llevaban su compás,
y la guitarra con tus manos, no hacían más que cantar.
Cantaban tus manos con el vaivén de tus pies,
y las libélulas en su baile volaban por doquier.

Cangrejos azules y barcos de cristal,
en ella las libélulas viajaban sin chistar,
y en la ventana de un catalejo que me encontré,
ahí estaba tu mirada con canciones del ayer.
Hablaste de un Martin Rivas, de un tal no se qué,
pero al igual que las libélulas, ya me encuentro
cantando tus versos, otra vez.

Dices que Manueles caen de frente,
y las libélulas en tu pecho se agitan,
con la témpera de colores incandescentes,
tus bellos colores que parece que encandilan.



Para la libélula inspiradora.

24 de marzo de 2012


¿Por qué tus libélulas son dulces versos de melodías en canción?

17 de marzo de 2012


¿Por qué siempre dices nunca, y nunca es siempre?