Es la ciudad de los confines, de los ventisqueros dorados y
musgo. Es la danza de nubes que cuelgan como palomas en las alturas y dibujan
un lienzo de grises tonos, colores densos y profundos como la mar estrecha de
la llanura y la pampa. Es la mujer hecha piel de oveja y corazón de zorro, es
la ancestral y la Patagonia amada, como el suspiro último de los marineros, el
temor de los cobardes y la esperanza final de los amantes… Es el viento que
canta y murmulla sus pesares de los candores nortinos, incluso es el sol
escondido entre el cenit eterno de la noche, es la eterna cómplice del
amanecer… es el día largo de las horas acalambradas de tanto trabajar.
Como si no bastara con ser todo eso y más, es el aroma de los
calafates y el dulzor de los ruibarbos. Es el pudor de los ñandúes y la fineza
de los flamencos en las lagunas de los finales. Es la lluvia bipolar y el clima
impredecibles, es el ovejero invaluable, las estancias antiguas de los viejos
perros lejanos, es Punta Arenas.. es el estrecho, es la última estrella del
universo helado y olvidado… es el porvenir de los sueños mundanos.
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