30 de diciembre de 2012

Canción para la mengana


Mengana, eres la medianoche de mis adentros,
El mediodía de mi garganta, la parsimonia de mis besos.
Vuelves al cenit como del río al agua, como llenando el vacío,
Como retirando el perímetro, el área del cubo de tus senos.

Vas indolente y ligera, como niña corriendo tras las esquirlas,
Pareces adolescente con tanta risotada, con tanta bobería,
Y aun así, alegras mis soles, mis eternidades, 
todas estas cosas mías.

Al caer la tarde te encuentro, inocente y juvenil, con tu mirada y la mía,
Como pegadas andan, tales imanes, tu sonrisa y la mía… 
Como si no importaran tus aventuras, 
mis errores, mis deseos y tus vidas.

Llegas presurosa a mi auxilio,
evitando el precipicio, porque cuando apareces,
Solo me pierdo en tu olvido, 
en tu olvido que es tan tuyo y mío,
tan nuestro y de nadie,
tan de siempre, y como nunca,
como si el sabor de tus labios no se hubieran ido nunca. 

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