Hombre infinito, buscas que de tu costilla pertenezca, o que
del tambaleo de las piedras tu nombre cante a lo alto y estas se detengan.
Calladas palabras que nacen como disparos a la miel, así de dulce y de
complicado se disuelven tus balas en lo meloso de tu llegada, en lo directo y
en lo sutil de mis deseos que se enfrentan ante lo soñado y lo prohibido, entre
el juego y la verdad más frívola… entre tus dedos que escriben y mis miradas
que te evitan. Entre lo inocente y lo peligroso que significa tu existencia me
pierdo y entonces pretendo buscarte para luego perderme. Y me sigo perdiendo
aunque no quiera buscarte, y te encuentro y entonces… ya no estoy.
La noche acalorada le entrega candor a las horas eternas de
tu encuentro, de tu vaivén emperdernido, me invitas y no te invito.. me llamas
y te llamo como en susurros, me piensas y yo.. ¿Te pienso? No lo sé, pero en
estos desvaríos ya es fácil adivinarlo, como velero al fin del cause. Enciendes
el fuego y lo mantienes en llamas, lo callas y entonces el incendio que
permanece en los exuberantes adentros desequilibrados retumbando.
'Vamos' te dije… enciende el fuego, pero no sé que será de mi…
Cuando cenizas me vuelva ante tu cuerpo.
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