No busque en mi, la primavera soñada
Las hojas
recién cayeron, la estación está en la quebrada
y tus ojos
entonces, encontrarán risas tañendo el alba.
Mengano,
estas dulces palabras que resuenan mientras escribo;
no son más
que tus primaveras con pájaros de nido,
libertades
del mañana, igual que resplandores sin fulana.
¿Cómo busca pensamientos en la tierra fértil que apenas ha sido trastocada
por el otoño
por el silencio abrumante,
o en las gotas que
resuenan,
por el
oxidado devenir de la mirada,
por el zinc que toca en la mañana,
por la vida
que se hace efímera en la llegada de tus llegadas?
Mengano,
pretende encontrarme como rocío después del alba,
hallarme
como cual cómplice busca la huella indicada,
mas no
entiende que si ha de acorralarme,
o de amarme mientras me halla,
la seda se volverá entonces áspera,
o quizá miel
que se vuelve agua entre las yemas de sus lánguidas parsimonias,
dedos sutiles, manos que buscan el panal en las costas perdidas,
en los
horizontes de la noche, como amantes de la luna,
del enigma.. de la insomnia.
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