El cénit, tus palabras, un beso imaginario, cual diamante
embruto en aquella boca. Esa mirada que no me ve, unas copas con el silencio y
tu imagen en la sien, los mil y un deseo en el estómago, tus caricias en las
yemas, lo lánguido de tu espalda y mi recorrido de hormiguita. Tus palabras, el
cénit, y estas horas cautivas de todo. De la palabra a la acción, solo mi paso
siguiente. Proceder.
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