14 de octubre de 2012

El testimonio de Lolita


Esta atracción peligrosa no se controla, apenas llegas y se encoleriza la piel por completo, se paralizan todo los instintos y la cabeza comienza a envolverte de pensamientos. ¿Hasta cuándo será?... Cada día enigmáticamente arrancas un pedazo de mi cordura, de la coherencia en la que escondo mis dislocados sueños, mis añoranzas por tu mirada cautivante, por tu sonrisa que enciende dos luces a los lados de tu mejilla, por ese sendero al que diriges todas tus atenciones, tus deseos. Esa boca me descontrola a lo lejos, ha besado a tantas que sería mejor re inaugurar tus labios, y ese semblante en el que muchas han caído rendidas, han hecho bailar a tantas que terminan esperando el sol por tu ventana, quizás muchas de ellas ni se imaginarían que en la cabeza de una joven como yo, pudiera inventarme un hombre como tú.

En las noches sin descanso, pretendo olvidarme de tu rostro, mas no es posible con el encanto de tus someras palabras, de tus intenciones sutiles en el momento exacto en el que te escondes pero apareces de igual forma, recreándote en mi sien, recordándote en el alma, en el ombligo, en la cintura, en las palabras que nacen de tu espíritu invocado. Eres como la deriva que me envuelve, la perdición cadenciosa de los deseos, la utopía hecha material, hecho convicción, hecho vida. Exorcizarte no me parece sano a los cinco sentidos abrumados con tu presencia, prefiero a veces quedarme en tu locura y soñar como lo haces tú, aunque lo hagas todo tan perfecto ante los ojos de una joven que juega a ser mujer, mas contigo, regresa a ser la tonta quinceañera que suspira a cada segundo por el imposible amor.

Si pretendes jugar, yo no te aseguro hacerlo, aunque lanzarme del vacío hacia tu cuerpo recorrido, podría ser de esos pecados en que se disfruta del paraíso mismo. No eres el diablo, ni nada tan decadente, eres la obsesión de una joven que no sabe simplemente como actuar, como hablar, como respirar al llamado de ese niño que se encierra en la cárcel de la madurez de roble.

Todas estas letras, una por una, se deshacen en tu abismo… ¿Por qué todo parece confusión con tan solo nombrarte en el silencio?

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