Cómo quisiera dibujar
sobre tu alma girones de colores, unicornios voladores y jirafas pequeñas, no
alargadas y altaneras. Sobre el horizonte de tu vientre quisiera ver los soles
que se posan sobre la mar profunda, inundando el naranjo crepúsculo de la casi
noche, de la casi tarde ennegreciendo el firmamento, queriendo alumbrar las
estrellas... las fugaces, las eternas, todas ellas imperecederas. Como ansiaría
borrar las cicatrices de tu silueta nauseabunda, de aquellos túneles que
atraviesas diariamente cuando despiertas del sueño imposible, quisiera ser el
amor que nunca tuviste, la cuenta que nunca que se acaba, el té bien cargado de
la merienda… Buscaría ser la poeta enamorada, la que versa sobre tus aventuras
diarias, la que te espera en el regreso hacia Itaca, la simple menina de
Velásquez, o la simple algarabía de tus ideales en la lucha ceñida.
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