27 de octubre de 2012

El músico y la guitarra


Ya no hay armonía en la melodía de cuerdas, la guitarra tensó sus acordes y entonces comenzaron a salir voces desordenadas, apabulladas que se estallaron al tocarlo. No fue casualidad que ella se percatara del dolor que esto le provocaba, pues las hermosas piezas antes instrumentadas no le entregaban el mismo sazón de sentirse embellecida por las manos de aquel músico fragante, acertado que contemplaba sus cantares. La musa cedió al tedio del artista, cual huracán embravecía su destino, como un poeta encerrado, vacío de las inspiradoras llaves de sol, un desdichado que se perdió en la inmensidad de su marea. No quedaba temple en la añeja guitarra, menos para el músico. Se cortaron las cuerdas, los amores, las semifusas por entonces, ya desentonaban.



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