Cuando termines de hablarme ya no comprenderé porque lo haces, pues tus labios aparecen cercano a los míos, y las entrañas de mis adentros se tambalean, mis sentidos se desvanecen. Tu voz es un canto de cuerdas perfectas, tal como el agua que se instala en mis pupilas, y entonces el sol se desvanece en el cielo. Los jardines de tu alma florecen cual primavera eterna se quedara impregnada en tu rostro, y el caos de sentimientos que nacen de nuestro encuentro, me hacen fantasear con la utopía liberada de tu cuerpo.

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