28 de julio de 2012

Terrae


Era fresco el campo y verde su trigal, toda hierba recién mojada con el rocío del amanecer era un paisaje de pasto tierno intocable que crecía desde adentro cual tierra fértil pudiese prevenir de una vasta cosecha, así el tubérculo intocable se precipitaba a florecer, mas nadie apostaba porque ocurriese. En lontananza hacia el prado más profundo divisaba a lo lejos un riochuelo que me guiaba por tus valles, me llevaban y no evitaban el encuentro hacia la desembocadura del mar. Las colinas al amanecer permanecían en la tranquilidad más perturbadora, esperando a que un torbellino de intuiciones las embraveciera de manera que no quedase flor en ella. Las tormentas amenazadoras paulatinamente acariciaban los bosques, el movimiento de las hojas danzaban como cabellos entre tus manos, la brisa les topaba la sien y se inquietaban ante su aliento, el viento silbaba en el silencio de esa tierra llana que se movía cuales relieves se acomodaban para transformarse en un suelo amazónico e inexplicable.

1 comentario:

  1. Que bonito como plasma lo que escribió, me gusto mucho :)
    Te amo <3

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