Si el verano
hablara por nosotros
Buscando
otorgarnos un homenaje,
Podría
manifestar con gran entereza,
Los
testimonios de la arena, del silencio y el asombro.
Si quisiera
el verano entregarle palabras,
Momentos /
razones o cualquier otro embrollo,
Debiera
primero buscarme en tus caderas,
En tus manos
/ en tus hombros, ya que,
Si estamos
en la introspectiva del acecho,
Y permitimos
de alguna forma etiquetarlo,
Tendríamos
que hacernos los sonsos,
Entender
calladitos,
Aquello que
fue nuestro.
Si la noche
autorizara dar su testimonio,
Habrá que
sentenciarlo a muerte / o dejar que hable,
Pues, de
cualquier manera, ella nos vio creando
nuevas caricias,
De esas
antiguas, de esas formas inexplicables.
Por lo menos
el sol callaría,
Callaría, no
vio nada, solo hablaría
De que mis
pensamientos se fundaban en las tuyas,
Que mis
manos pequeñas, lánguidas,
Sentían que
tu existencia era una fortuna,
Fortuna de
la noche, del candor, de la sombra,
Del verano
que nos vio divagar en la locura.
Fue de extremos
y de miedos en tu cuerpo,
De sana
lucidez vibrando en tus piernas,
Pero,
mengano, si el verano hablara,
Nos
quedaríamos sin edén,
Sin cielo
que nos amparara.
El verano de la locura, del mengano.
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