12 de marzo de 2013

La deshonra

Señorita, si, usted,
la damisela callada
aquella fémina respetable
la Maria Luisa Bombal,
pero un tanto coquimbana.

Usted querida,
supo poco de lealtades,
de hermandades
de esperanzas,
mas dicen que en la vida se obtiene,
lo que solo uno asesina y mata.

No crea ansiada mujer,
que pretendo su deceso,
solamente le recuerdo,
que la que hablaba de karmas y desencuentros
era usted:  venerable, armoniosa...
Pero se le olvidó un poco la decencia
y retiró mi cariño, pie al cañón de la deshonra.

Yo le tenía respeto,
de esos que pocos se ganan en la vida,
como cuando cae un cometa del cielo,
y uno lo protege a punta de cualquier herida.

Sin embargo, no hay que olvidarse,
que la lealtad se rompe,
cuando le apuñalan a uno,
en desmedro de la razón
circunstancia
o avería

y usted traiciona 
y usted marchita
el cariño, la amistad,
como si fuera ironía.





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