En
esta alfombra de estrellas el universo se ve más grande e infinito, cada
constelación da paso a ciertos testimonios ancestrales de aquellos secretos que
la madre tierra solía gritar cuando tañaba al alba. El firmamento con sus
vaivenes fugaces saboreaba mis estelares orígenes, mis designios, las auroras se
notaban a lo lejos. En la caída de los cuerpos sutiles se entregaban las
esencias boreales y entonces, en aquella alfombra se conocieron las vías
lácteas, las sensaciones, todas alborotadas.
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