Cuando usted
pretenda irse,
no habrá
otoños en candor, ni hojas malgastadas
se huirá el
tiempo, el verano quedará solo entre las miradas
de quienes
se encontraron en aquella estación
y luego cada
uno siguió su vida enarbolada.
cuando esté siquiera
pensando en decirme adiós,
se irá
poniendo más denso que otras tardes,
se irá
llenando de vacíos ruiseñores,
porque ellos
quisieron despertarme al alba.
cuando usted
ya lo tenga por decidido,
mi canto se
volverá grito,
mi palabra
solo causará hastío
usted
desaparecerá entre la memoria y su abismo.
a lo que a
mi refiere,
no podré
contra la suerte,
ni contra su
decisión,
ni contra su
muerte.
me quedarán
los gemidos, los espacios silentes
de aquellos
cuerpos tardíos que osaron tenerse,
y todos los
universos que colgaban,
y todo lo
calladito que mis manos abarcaban.
cuando haya
cerrado la ventana
- esa conexión
esa posada -
usted habrá
sido lo más efímero
que mis
versos acaudillaran.
y seremos
calor
y seremos
estación enajenada,
pues lo último que podría permanecer
será aquello que mis labios recordaran.
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