5 de abril de 2013

Navegando


Cuando la muchacha se desliza
por lo sutil de su vientre
se desparrama la cautela
la razón se vuelve incandescente
las orillas de tus hombros
el delicado torso que contemplo
son acaso lo inefable
lo metafóricamente bello.

afanosamente la muchacha
se vuelve océano
                   mar
                   letargo [luego movimiento]
y la humanidad se ahoga
en las olas que refiero
invocando naufragar
no llegar a la costa
seguir eternamente
perdida en el cuerpo
perdida en las horas.

Revienta entonces aquel poema
cuales palabras van creando
lo veleidoso de la escena
lo misterioso de tus labios
aquella inmortal silueta
profundidades nauseabundas
salvajes contornos
no podría llamarse torbellino
más bien semejante bravío indómito

al faro de tus pupilas
he de continuar guiando
en tus manos
simplemente navegando
                        divagando
                        contemplando
llegar a puerto
sin menoscabos
cual tierra avistada [sea entonces]
aquel puente de mis presagios.


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