Esos besos
de miel
aquellas
incesantes honestidades
no pueden
acaso ser engañosos
sutiles espejismos
del inconsciente
imaginarios y
rituales ensueños
de un algo fugitivo
o no sé qué
otra suerte.
son metáforas
poéticas
indelebles expresiones
labios tormentosos
comisuras redondeadas
hondas algarabías
realidades
invaluables
aquellas
caricias
todo lo que
el cuerpo recuerda
han de ser
huellas de un camino
un sendero
infinito de tus manos
recorriendo calladito
la ensenada
tal como un
bolero que se baila
apegadito a
la falda
y entonces
se recuerda
el talle de
la muchacha
ese torso
del que siempre recito
aquella espalda
que danza con mi vientre
que reposa
encima como un muro contenido
son acaso
armonías en plena disonancia
intercambio caluroso
en semejante frío
prescindir
de su tacto
olvidarme de
su viento
no sería
posible
es simple
recuerdo quieto
tus
palabras, ese cuerdo momento
la complicidad
que interviene
las utopías
que son nuestros entuertos
la política,
la vida, los proyectos
de amores,
filosofía, comunismo y otros rezos
se aletargan
horas, se dibujan silencios
y tu voz
gruesa que me resuena – por cierto –
en la
cabeza, desde aquí a todo el tiempo.
Seguramente
algo se me esté olvidando
que se me
quede en la boca
y tú me lo
quites de un arranco
hay detalles
que de la memoria escapan
pero que
permanecen en el arte
cuando se
crean versos
como estos
que de ti nacen
reviviendo,
eternizando
tú efímero,
tu momento, tu paso.
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