27 de abril de 2013

Figuras literarias

I
RETRUÉCANO
El frío es su ausencia
que frialdad sin usted


II
HIPÉRBOLE 
Precipicio de tus comisuras
que manera de comerme tus precipicios

III
LENGUAJE
que semántica tus dedos
que retórica tu espalda
piel connotativa
recónditas simbólicas
cual cromático tu cuerpo
tus muslos semiológicos
lingüísticos gerundios e infinitivos de su palabra.

Cortos II


Hembra manos de alondra
hombre manos de artesano
yo al encuentro furtivo
usted al beso caluroso
él rasgando los detalles
ella buscando sus recodos
le aparta los cabellos de su semblante
traspasa el mapa de su contorno
sus dedos divirtiéndose en el paso
mis labios bebiendo
tu espalda contorneando.

Confesiones estacionales


Me gusta el té, así como los libros. En una mañana tenue prefiero ir al abrazo de unos versos antes que a los enojos de un sujeto callado, orgulloso. Si hablamos de preferencias, considero invaluable el beso bajo un techo gris con pegatinas que trascienden en la oscuridad, y un cuerpo tibio que pretenda ahuyentar las heladas del Abril otoñal. Los libros son mundos infinitos en el que una mirada trasciende de sus hojas, así como tu sonrisa incandescente abriga cualquier desolación, intrépidas baluartes orgullosas que se posan sobre los egoísmos. Te comparo cual enorme gallardía se aparece en tu boca, esa apertura que me inquieta cuando habla, como aquel protagonista que me narra sus pesares en aquella prosa trágica de los amores contrariados. Me gusta el otoño. Si, aprendí a quererlo. Tu compañía es aquella excusa para hacerme adicta a las tardes de frío, a las hojas decayendo en su muerte estacional, en aquella temporada del beso con sabor a hiel y el tabaco entumecido por el bravío de los vientos. Me gustas igual que los libros: intrépido y silente, envolvente como la humanidad que se gasta, sus brazos pueriles, su torso de varón, esos muslos carnosos, aquella silueta imborrable de las mañanas en que me vuelvo suspiro, gemido acallado, turbado sigilo. Eres cual amor de libro, narrativas indelebles, hondas reflexiones, gastados respiros. Te quiero porque te has vuelto prosa, he gastado palabras rememorando su presencia, permitiéndole a mi sencilla existencia, un poco de su dinamismo.


25 de abril de 2013

Memorándum


Esos besos de miel
aquellas incesantes honestidades
no pueden acaso ser engañosos
sutiles espejismos del inconsciente
imaginarios y rituales ensueños
de un algo fugitivo
o no sé qué otra suerte.

son metáforas poéticas
indelebles expresiones
labios tormentosos
comisuras redondeadas
hondas algarabías
realidades invaluables

aquellas caricias
todo lo que el cuerpo recuerda
han de ser huellas de un camino
un sendero infinito de tus manos
recorriendo calladito la ensenada
tal como un bolero que se baila
apegadito a la falda
y entonces se recuerda
el talle de la muchacha

ese torso del que siempre recito
aquella espalda que danza con mi vientre
que reposa encima como un muro contenido
son acaso armonías en plena disonancia
intercambio caluroso en semejante frío
prescindir de su tacto
olvidarme de su viento
no sería posible
es simple recuerdo quieto

tus palabras, ese cuerdo momento
la complicidad que interviene
las utopías que son nuestros entuertos
la política, la vida, los proyectos
de amores, filosofía, comunismo y otros rezos
se aletargan horas, se dibujan silencios
y tu voz gruesa que me resuena – por cierto –
en la cabeza, desde aquí a todo el tiempo.

Seguramente algo se me esté olvidando
que se me quede en la boca
y tú me lo quites de un arranco
hay detalles que de la memoria escapan
pero que permanecen en el arte
cuando se crean versos
como estos que de ti nacen
reviviendo, eternizando
tú efímero, tu momento, tu paso.

23 de abril de 2013

Algarabía

Ahí van los pajarillos
implorando libertad
volando van volando
implorando dignidad

pajarillos ruiseñores
pajarillos soñadores
pajarillos simplemente
pajarillos voladores

a veces marchan
otras veces gritan
de vez en cuando bailan
todas las veces,
pregonan rebeldía

pajarillos estudiantes
pajarillos profesores
pajarillos todos,
pajarillos de colores

como gozan bailarines
como gozan los cantores
como gozan los que exclaman
como gozan los que viven
como sufren los que callan
como sufren los inconscientes
como sufren los que no creen en nada

pero yo si creo
pero yo si bato las alas
porque los pajarillos somos todos
somos todos los que
en bandada
van vociferando
la utopía,
el grito
el impulsivo aliento de la masa.















#nosvimosel11

Consideraciones lingüísticas literarias


Si no supiese tu nombre
si ignorara como suenan sus fonemas
si desconociera aletargadamente su precipicio
si tomara en cuenta su filología por encima de lo connotativo
si olvidase entonces como lo nombraba en las noches
si existiera en un diccionario y cuando lo abra no hubiera reconocido
[aquellas sílabas entrecortadas
sus vocales del delirio]
te volverías entonces,
protagonista del algún libro
porque
de no haberse topado en mi realidad
de no haber coincidido por donde nos llevaban los caminos
yo, sorprendente y afanosamente
lo creería salido de cualquier argumento
quizás algún cuento
tal vez un ensayo delirante
en fin
si no supiera tu nombre
sería entonces, un indiferente personaje

o quizás cuando lo invoco
usted se aparece por instinto
y eres semi real
semi trascendente
mientras escribo.

20 de abril de 2013

Cuerpo


El silencio rimbombante me insta a parlar, no a versos ni a poemas, esta noche prefiero la prosa antes que cualquier retórica que pudiera acomplejar mi argumento.  No hay más que la calma taciturna y aquellas palabras que voy pariendo en cada letra que junto y junto como un panal de abejas que se agrupan de manera tal que se conforman en un todo, pero que aún así no dejan de ser cada una por separado.  A medialuz y ad portas de la medianoche, comienzo a desvestirme sin pudores. No hay nadie alrededor, menos mojigatería ni estándares de buen comportamiento, así que nada puede evitar esta complicidad entre mi cuerpo y yo, como una vasta coexistencia secreta de la cual siempre pasamos enajenados, pero que esta noche he dejado al tapete… recorro lánguidamente mis espacios, recónditos y juveniles, no tan inocentes ni tampoco recorridos, pero vividos. Eso es lo que importa, y la piel es un terrible testigo. El lado izquierdo de la lámpara permite entrever la silueta gruesa de mis orillas, portentosas de grasa y de fineza. Cero complicaciones con la balanza, no me importa la talla, al fin y al cabo, no soy un acordeón de alto colesterol, y las curvas de mi talle son naturalmente ellas, en esencia y por obra de la creación tantas veces deíctica y otras tantas rompedoras de mitos, como el útero bendito de nuestra madre santa, que los dogmas suelen olvidar en su intento de darle valor a la costilla del mísero hombre que nos dio creación. Qué más da, contemplo ahora la redondeada línea de mis pechos, cuales mangos cargados hacia los lados por tanto néctar acumulado, sus aureolas parecen teñidas de color mostaza o un tanto capuccino, dulces como para sentarse a tomar café en un día nublado de Abril, al abrigo de un cuerpo tibio e indómito – pero no nos desviemos – me observo de perfil y me parecen armoniosas en su naturaleza, dispuestas y serviciales, no son atrevidas, menos provocativas… ostentan más bien, un candor exótico o un tanto enigmático, de simil ternura y lentitud en las caricias, cariñosas pero amantes a la vez, me parecen que contraen una paradoja digna de ser explicada en un simposio de lenguaje connotativo acerca de los senos y sus personalidades (o pechonalidades?)

Si bajo la vista, observo aquel sendero tan reconocido por mis ojos, y persigo el camino de los amantes contrariados. No sé cuantos han podido llegar a destino, pero creo que no se han quejado de los valles en que posan sus amores, sus pasiones coléricas, aproximadas al fuego íntegro de una hoguera en pleno invierno. Es groso en el ombligo, con adiposidades de gastronomías infinitas y calóricas posadas a los lados del bajo vientre, que mecánicamente le llamarían neumáticos, pero a mi vista son mis más preciados testimonios. Hasta les quiero y en compañía del espejo jamás me han avergonzado, arriesgando incluso a decir que me enorgullezco de ellas, no pretendo ganar concursos de belleza, ni modelar, mucho menos escatimar esfuerzos en ser como aquellas muchachas de las revistas yanquis. Mis pasiones en cambio, son más hondas y simples: leer, hacer el amor, comer bien, escribir, escribir y escribir hasta aletargarme de palabras. Para qué hablar del vértice en flor, con los cabellos intactos, salvajes y ocultos. No hay nada al respecto que pueda manifestar, solo precisar que la apertura inexorable de la naturaleza mujeril, alcanza límites desconocidos hasta por la misma ciencia, pero próximos para la literatura, los mundos de la mujer caben todas en aquella obertura, los gemidos y los placeres varios, se resumen en la Venus constelación mayor, de la cual es mejor vivenciarlo, antes que describirlo.

Como verán, ante los ojos de nadie y solo míos, me hallo eterna y caduca, inverosímil y subversiva. Quiero las orillas de mis codos, y hasta los lugares menos conocidos les hallo cierta cordialidad. Recuerdo que una vez, el mengano dijo que era blanca como la punta de aquella cordillera andina, tal corpórea humanidad de los australes devenires, tan sazonada con la pulcra sureña región de los últimos recodos de estos lados, que en mi, soy toda una llamativa exhibición en desmedro de las norteñas. Será que trató de quererme, como yo me atengo a mi cuerpo, tan pecador ante el Dios, tan sereno ante este escenario que invoco, tan sumiso, tan monja, tan digno de escribirlo.

Pueden comprender ahora, porque preferí la prosa. 




Gracias por el fuego


Incógnito y silenciado
a las palabras llegaste
en el intento presuntuoso
de volverme oscilante
la complicidad encendiste
jamás forzado / menos petulante
y a la combinación de lo complicado
más el jolgorio de hallarte en la concepción misma
entre las masas de gente alborotada                         
lograste revolver el gallinero
simplemente, avasallar la campiña

aquella  indómita vertiente
de sed acumulándose
vertió luego el vaso lleno
quiso entonces, ir a buscarte
bastaron meses
sobraron incertidumbres alucinantes
porque tu, hombre sugerente
encandilaste con tu ombligo
con tu mirada de faro
tus ideales bien aguerridos
tus manos de artesano
de ahí en adelante
nada lograría rescatarme
ni el sol a medianoche
ni la luna en pleno día
ya que luego de haber titubeado
actuar se convirtió en mi aliada
tu credo por entonces
cedió al tedio de la resistencia armada
¿O yo habré cedido,
ante ninguna otra escapada?

ahora te quiero
ahora ignoro salvavidas
tengo tus besos [cuando se resecan mis labios]
tengo tus deseos [hoy cuando nada fugaz he divisado]
pero no le tendré nunca / aunque usted me tenga
no le pertenece a nadie / aunque usted se tenga

pero yo te quiero
Te quiero / que significará eso al final de cuentas?
Te quiero / efímero segundo en el que tu luz se proyecta.
Te quiero / techumbre de universos, formas cóncavas convexas
más te estoy queriendo / gracias mengana, gracias por el fuego
¿me querrás tanto como para decirme aquello?
¿para qué entonces un libro, si no nos remite a nuestros entuertos?

13 de abril de 2013

Balada para el músico

Tanto que sonajeas con tu guitarra,
ay, tanto que redunda con amenazas
ve y entonces voltéame por la espalda
desaparece de una vez
esta copa tan amarga.

si te vas, no reniegues de tus actos
si te vas, no me tienes ni por tanto
usted ya ha elegido el sendero transitorio
ya no hemos de coincidir
cuando el camino sea largo.

Y sufres por un amor que no te enreda
y me haces sufrir de paso, con su silencio
no me vengas a mi con las regañadientes
suspirando por un cariño poco sincero.

¡No me vengas, te lo reitero
con tus desdenes
que uno ha de recuperar
la traición a sangre, fulgor y duelo!

me culpas por tus acciones desenfrenadas
te caes y soy yo la que te sostengo
pa’ que luego me señales con el dedo
y me trates de imparcial 
de que ya no te quiero

te bendigo en esta melodía bendita de tus lamentos
termina ya de beberte aquel suspiro de vino muerto
y sale a divertirte con la chiquilla
que seguro ella debe quererte tanto más
que la madre de todos tus corderos

Y sufres por un amor que no te enreda
y me haces sufrir de paso, con su silencio
no me vengas a con las regañadientes
suspirando por un cariño poco sincero.

Ya que tanto sonajeas con tu guitarra,
deberías hacerme un último homenaje
hacerme a ella música de cantina
pa’ que llores, cada día
con aquel maldito entuerto.


















Sufrida como ella sola

10 de abril de 2013

Imágenes

Se anhela el fuego
                  el vértigo
                  el laberinto
                  el poema creando
                  el gemido cauteloso
sus dedos invitando al sigilo.

se exaspera la cama
                       el colchón
                       mis sentidos
el universo que se veía en tu techado
la melodía que brotaba de su beso.

el verano se retrotrae divagando
el otoño insiste en continuar su mudanza
el frío que cala hondo
tu espacio de luz que como vela se apaga

me perdura la memoria
y se me alarga el suspiro

se esfuma tu imagen
                    en la niebla
                    en mis pupilas
                    en mis destinos

mengano
mengana
han desaparecido.


Urgencia


He necesitado escribir
Comenzar a escribir
porque tengo que escribir
Urgencia de escribir
Saciedad de escribir
Gozo de escribir
Tortura de escribir
Recuerdo de escribir
Letargo de escribir
Razones para escribir
Antes de empezar a morir

Porque pa’ vivir
hay que escribir.


Elegía a su persona


Siento que lo extraño
más bien una sensación de extrañeza
un aletargamiento del tiempo
el arrastre eterno de las mañanas
como si usted hiciera falta
[aunque debiese evitar esta penuria]
como si sus besos no fueran suficientes
[aunque me parecieran dulzura]

son las once y no aparece
son las frías seis y se desvanece la sombra
entonces a la hora del café
usted se parece a aquella espuma
la revuelvo, y entonces usted se esfuma
son las horas de sábana, no hay caso
entre las frazadas podría haberse enredado,
quizás en cual desavenencia o acaso
pero no lo hallo
pero quizás nunca
tal vez fue solo vislumbre
aurora boreal de la noctiluca.

cae la medianoche
cual devenir de miel alelado
la helada sensación de no templarme
cala los huesos
las manos
las orillas de mi pelo
los rincones de tu abrazo
en donde usted siempre va concertando
donde siempre reposa, tranquilo
extasiado

así no corresponda,
así no sea lo exacto
yo en estos instantes
oh, como lo extraño


5 de abril de 2013

Navegando


Cuando la muchacha se desliza
por lo sutil de su vientre
se desparrama la cautela
la razón se vuelve incandescente
las orillas de tus hombros
el delicado torso que contemplo
son acaso lo inefable
lo metafóricamente bello.

afanosamente la muchacha
se vuelve océano
                   mar
                   letargo [luego movimiento]
y la humanidad se ahoga
en las olas que refiero
invocando naufragar
no llegar a la costa
seguir eternamente
perdida en el cuerpo
perdida en las horas.

Revienta entonces aquel poema
cuales palabras van creando
lo veleidoso de la escena
lo misterioso de tus labios
aquella inmortal silueta
profundidades nauseabundas
salvajes contornos
no podría llamarse torbellino
más bien semejante bravío indómito

al faro de tus pupilas
he de continuar guiando
en tus manos
simplemente navegando
                        divagando
                        contemplando
llegar a puerto
sin menoscabos
cual tierra avistada [sea entonces]
aquel puente de mis presagios.


Indignación


Qué música y que tanto
que comunismo y que santos
que palabras / que cantos
que filosofía / que harapos
que tanto, que tanto, que tanto.

que me importa la educación
lucro sacramentado
no me importa nada,
yo solo pienso en que huyo de sus manos
y mientras el otoño siga pasando
¡Qué tanto, que tanto, que tanto!


1 de abril de 2013

Cortos


En la mañana 
fría y despuntada
mi cuerpo brío
mis manos sin palabras
en la noche fría y oscura
mi cuerpo tibio
como sol desenfrenado
abrigando las heladas.