He dejado caer unas cuantas palabras
Como
cuando se derrama el vino en el mantel oxidado
Latente
y directo, armonioso y explosivo
Mientras
el calor de la tarde, el cuentagotas de la cocina,
la
música aletargada, la viejecilla y el don
Vencen
el paso de las horas crepusculares.
He
dejado recostarme en el colchón viejo de la tarde
Has
aparecido en el instante de la siesta
Sumergiéndote
en los rincones del silencio,
Cauteloso
e imaginario,
Calladito
y presuntuoso.
Y
no es casualidad que el gigante amarillo se haya
Desolado,
Admirado
Sorprendido,
De
su vana existencia en mi reticencia, porque
Queriendo
o
No
queriendo
He
dejado caer unos versos,
Como
el vino que se pierde en sus carnosos labios.
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