18 de febrero de 2013

Benedetti tiene un tormento


Benedetti tiene un tormento,
Desde que se volvió un tanto viejo,
Porque a las Avellaneda, asunción y luz,
Las revolvió hasta el entuerto.

Y yo diría que sus menganas
Tenían la delicia candente / admirable
La virtud efímera o pedante,
De siempre ser más jóvenes / cautivantes,
Como para que el fuese el hombre que pudiera enseñarles.

Enseñarle los soles, los tactos y las caricias,
Los versos a fulanos y estrategias y tratos,
El viejecillo entre palabras acariciaba sus cabellos,
Y aunque fuesen diez o veinte años poco importaba,
La diferencia se mide en las manos y no en la vida.

Ese señor Mario siempre busco a las jovencitas,
Castas, puras, ligeras y un tanto casquivanas,
Y nadie supo en todo caso, si en esta o en otra
Había encontrado por fin, a su infinita mengana.



El inspirador primero de todo.

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