Tú no sabes que tanto

Supieras como te estoy pensando. ¡Dios! Si eso no es nada, pues no te figuras dentro de mi cuerpo y mucho menos en mi mente tan furibunda que no se cansa de esperarte, de imaginarse contigo en sueños, de esos imposibles… porque simplemente el presente es demasiado distinto a este inconsciente exhausto de gastar tu voluble imagen.

He caminado diez mil veces la misma acera por donde solíamos caminar en esas eternas mañanas, para ver si uno de estos benditos días vuelvo a contemplar tu hermosa mirada que me desnudaba solamente al observarme con exactitud. Me coloco la misma careta de felicidad para que me distingas a lo lejos, pero creo que ni siquiera eso es suficiente. A cada minuto imploro al altísimo un segundo de tu ayer para que me alegres el tedioso hoy…Siento en un y mil momentos que te necesito y que soy capaz de hasta lo inimaginable con tal de tenerte, peor sería no haber hecho nada por haberte buscado.

Tú no sabes que tanto necesito amarte, mejor que ayer, peor que mañana. Con esa candidez propia de tu cuerpo, con esas promesas idiotas que solíamos decir al alba, cuando nuestros corazones no podían más de amor sublevado. Es que eras tan resplandeciente que sigues iluminando cada parte de mí…Sigues siendo ese hombre atípico y desenfadado, aquella carita de infantil niñito malcriado que me enamoró hasta el alma. Vuelve, te invoco con todos los santos y los no tantos, porque cualquier creencia me sirve para que estés a mi lado, para luego esperar tranquila.

Si regresas, te guardaré en mi vida para siempre, y si es por un minuto infinito... Me iré a la eternidad contigo, pues solo me urge tu compañía, tus errores, nuestra vida, nuestro gran pasado, nuestro impredecible futuro.