El día se ha ido oscureciendo. El umbral está llegando por la puerta abierta de esta habitación, junto a ella se encuentra la mesa redondita de lenga en donde siempre solías colocar la tacita de porcelana que te regalé, y que la usabas allí a la hora de las siete con cinco, cuando gozábamos de un buen té junto a la mirada que siempre me regalabas en aquellos tiempos.
Esa imagen la llevo guardada aquí en mi retina, pues esa tacita ya no existe y la mirada que me entregabas se fue mirando otro horizonte que te alejó de aquí, y que hoy te vuelve a encontrar en el mismo lugar donde ya llevo parte de mi vida más importante. A cada momento suelo estar en este recuerdo, brillando por cada rincón, y es entonces cuando salen las palabras arrancadas de mi boca para escribírtelas en mis pensamientos.
Ha pasado tantos años desde que partiste, sin embargo, caminando los senderos en los que nos solíamos topar… Encontré tu semblante, tal y como lo era antes, así de gigante y hermoso, con tu pequeña humanidad de niño; con tu gran odiosidad de anciano… Así te vi y ante mí eras un total desconocido, pues no me supiste ver entre todo ese gentío, pero no importa… Yo si te divisé como uno de los paisajes más hermosos que mi memoria pueda revivir.
Comenzamos nuestra historia como tantos otros, sin saber si esto nos duraría un suspiro, o por el contrario, seríamos de esos filmes de princesas y amores que duran para la eternidad. Siempre al atardecer me dijiste que “me amabas siempre”…No sabes cómo te creía, y luego de eso, tus labios me besaban… y entonces perdía el sentido de mi coherencia, para luego seguir en ese idilio hermoso de tu amor sincero.
Me hiciste débil con el correr de los meses, con el ir y venir de la vida, se me fue amargando el temple, y nunca supe darme cuenta de las consecuencias que esto tendría, puesto que mi alma estaba a tus pies, y bueno...Lo sigue estando, pero muy lejano de tí, literalmente hablando.
Demasiado me amaste, y demasiado me dañaste, pero eso ya no interesa, las heridas me han hecho fuerte y suelo agradecerte por esas cicatrices que menos me harán olvidarte. Entre tantas otras cosas, mi vida junto a ti tuvo sentido y luego la perdió, y por lo mismo olvidé tu nombre durante todo este periodo eterno, todo este tiempo, hasta este día.
Es que te vi como un desconocido frente a mi narices, como una persona que jamás había visto, o simplemente como la misma persona que siempre estuvo conmigo y que solo se perdió en la dimensión del destino y ahora volvió tal y como era… Entonces mi alma cayó en una situación tan nostálgica que terminó en esto, en amarte siempre.
"No quiero amarte, y tampoco quiero odiarte. Simple y trágico, volviste, caí en mi silencio y susurrando las palabras al anochecer te diré cuanto te sigo añorando, no importa cuando me oigas, solo basta con decírselo al aire para que ese respiro te llene el alma inmortal que dejaste en mi vida, en mis glorias de siempre, en mis deseos de siempre."
Basado en "& ahora qué".~
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