Nadie como tú

Suena la misma canción que he escuchado desde que teníamos trece años. Comienza con ese acorde nostálgico y armonioso para seguir con la letra que nosotras dos conocemos, y que es como el himno de la amistad tan particular que hemos tenido. Este pedacito de recuerdo es un característico en la vida que he ido recorriendo con tantos altibajos, con demasiados conflictos que me amargaron el alma y me enseñaron a crecer.

Siempre fuiste igual, sensible y racional para cada paso que ibas dando… No importa el hecho que sea, lo analizas con cada parte de tu humanidad y sin miedo, procedes. Nunca te interesó mucho el qué dirán, solo importaba tus propósitos y tus metas perfeccionistas. Eras una persona débil y fuerte dentro de ese pequeño cuerpo, con todos tus miedos y experiencias, fuiste desarrollando tu temple, tus bondades, tu infinita y apreciada amistad.

Fuimos compañeras de felicidades y de tristezas, de errores y de grandes disculpas. Entre todo lo que hemos aprendido en el camino, una de las cosas más valiosas fue el haber entendido que el amor de hermanos no se basa en la cantidad de tiempo que pase contigo, sino más bien en la calidad que esta tenga para tu persona, ayudándote a ser más humano aún y mucho más amigo.

Tienes ese don de dar tranquilidad y de saber escuchar, creo que en todo ese tiempo que vivimos lejanas la una de la otra, sentía la necesidad de pensar en que me escuchabas a lo lejos, para aconsejarme en los míseros problemas que a tan corta edad me pesaban el alma. Tú mi querida amiga, has sido una de las personas a quien más le hice daño, pero también he valorado como a pocos he podido hacerlo. Contigo tuve la excepción de conversar y llegar a una tregua sin rencores ni orgullos, y el perdón que me brindaste aquella vez, fue una de las cosas más lindas que has hecho por mí.

No son más de veinte años, pero sí de casi siete en donde hemos reído hasta con el hígado en las manos, y con la mirada sincera que es lo único que nos sigue bastando para entender que aquí estaremos la una a la otra, estando cerca o lejos… Eso es lo que menos importa, el tiempo ha sido prudente con nosotras y nunca ha sido lo demasiado egoísta para alejarnos, pues hasta el día de hoy, el día de tu ansiado futuro a forjar, está llegando a su inicio.

Digo inicio, porque eso es lo que te has puesto por misión. Es tu nuevo rumbo, tu amanecer renovado que está invitándote a dejarnos atrás, solo por acciones no por pensamientos, porque tu recuerdo siempre estará al lado de nosotros, y aunque duelas, debes hacerlo, con el temple en alto y con la felicidad de que todo lo harás para luego volver a visitarme con esa típica carcajada que reaccionaba de una tontería, de esas sinceras que te nacían con la tranquilidad de estar haciendo todo como debe ser, y como querías que fuera.

Te extrañaré y no es un adiós. Siempre estaremos en los pensamientos más locos e irónicos, acordándonos de aquellos momentos de risas y de llantos idiotas… De amores perdidos y de logros recibidos, de cada abrazo y cada Te Quiero que siempre te dije desde el corazón mismo, con la sinceridad a flor de piel. Por eso es que termino de escribirte y termino de escucharte, pues de todas maneras, pase lo que pase; no hay Nadie como Tú.

"Nadie como tú, para hacerme reír.

Nadie como tú sabe tanto de mí.

 Sabremos llegar a entender que jamás ni nada ni nadie en la vida nos separará..."

                                                                   

 Para mi amiga Yanina, la distancia que no distancia.