6 de marzo de 2012

Paroles, paroles.

A veces quisiéramos alargar las palabras, y acortar el silencio, cuando no entendemos que no hay nada más bello, que observar el mundo, cautelosos con nuestros sueños. En la soledad de nuestras angustias, acallamos nuestros quejidos, y se agolpa por cada rincón, la cautelosa visita de la sazón que describo, cual placentero caudal navega por los entremeses de la piel, como simples palabras que se escriben en un papel.

El torbellino de la calma es una templanza infinita, como los transeúntes que solo se besan y se miman, y hay quiénes observan con recelo, porque el amor jamás ha cicatrizado una herida. Yo comprendo pues, que la copa rota deja un sabor en los labios, con amarga intención prohibida, que nos hacen querer acortar las palabras y poder así, alargar la silenciosa huida.


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