Silencio, solamente el susurro de la noche ahonda mis pensamientos... La nada se inmersa entre las bulliciosas confusiones que rondan mi frágil cabeza. No han manifestado palabra alguna, solo alzan miradas desafiantes y altaneras; de esas que por dentro te asustan, con la amenaza de sucumbir en un escándalo o simplemente una larga jornada de indiferencia.
Muchas veces he gritado, escrito y concluído, que el orgullo es uno de los peores males existentes en esta orbe cada vez más terca. Te ciega, te hace engorroso el camino que transitas... Te concentras en tu egoísmo, te aleja de la humildad y sobre todo del gran sentido de empatía que resuelve problermas, abriga corazones y reafirma lazos.
Aquel que es orgulloso, no comprende a los demás, solo a ellos mismos, creyéndose perfectos, ignorando la entrega y sencillez de sus pares, lo que, a mí personalmente, me decepciona.
Duele cuando no ponen atención a sencillas palabras de aliento de un simple humano. Afecta a la vida misma el pensar equivocádamente que somos suficientes, capaces de subsistir sin el hombro de cualquier semejante.
Te limitas a ser lo que tus impulsos te indican, y que el corazón mismo no alcanza a advertir.
Cuando escribo sobre aquello, subrayo con exageración lo destructivo y engañoso que es... Pues quien se deja seducir por esto, débil de pensamiento y preso de voluntad quedan.
"Puedo entender estrechez de mente,
soportar la falta de experiencia,
pero no así, Estrechez de corazón"
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