14 de mayo de 2013

La escritora


Compañero desde la trinchera le escribo
entre la ropa vieja y cuanto harapo
con mis labios secos e irritados
y estas manos aguerridas, un tanto sucias
acechando la sangre cobarde del que nos impugna

los libros quemados en la calle
toda la poesía vuelta ceniza
aquellas palabras que te escribiera
el fuego las he desaparecido [la dictadura, la policía]
esos de verde calcinaron la creación misma
toda ventana abierta al desalojo de bravura
esa calma de las páginas dobladas
que ahora no son más que pólvora y censura

pretenden desaparecer la carne
la roja vestidura
quieren volver sonsos, ignorantes
evangelizarnos a punta de genocidio [los cobardes]
someternos a la impudicia que les ciega
volver analfabetos a los cuidadores de mi tierra
compañero, mas mi fortaleza
es simple proeza pasajera
mientras viva justa mi bandera
los surcos de mi cuerpo
dejarán la herida abierta
cuando vea a Chile justa
patria nueva

entiendan verdugos infames
sujetos enajenados en su propia fiesta
que por más quemen y quemen
los libros, las páginas enteras
no dejaré yo de escribir
aun me encuentre recitando muerta
tomará el ciudadano la historia
y juzgará por entonces la contienda
allí viviré en la memoria renovada
veré mi gente leyendo en la alameda
libres regocijando nuevos versos
cuando vayan marchando  [los alegres ruiseñores]
y les llegue en la cara
palabras que jamás entendieran

ya entiende compañero la trinchera
sea este el testigo del dolor que nos aqueja
vaya para la vislumbre un canto a la esperanza
y rompamos con versos nuevamente la balanza.


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