Compañero
desde la trinchera le escribo
entre la
ropa vieja y cuanto harapo
con mis
labios secos e irritados
y estas
manos aguerridas, un tanto sucias
acechando la
sangre cobarde del que nos impugna
los libros
quemados en la calle
toda la
poesía vuelta ceniza
aquellas
palabras que te escribiera
el fuego las
he desaparecido [la dictadura, la policía]
esos de
verde calcinaron la creación misma
toda ventana
abierta al desalojo de bravura
esa calma de
las páginas dobladas
que ahora no
son más que pólvora y censura
pretenden
desaparecer la carne
la roja
vestidura
quieren
volver sonsos, ignorantes
evangelizarnos
a punta de genocidio [los cobardes]
someternos a
la impudicia que les ciega
volver
analfabetos a los cuidadores de mi tierra
compañero,
mas mi fortaleza
es simple
proeza pasajera
mientras
viva justa mi bandera
los surcos
de mi cuerpo
dejarán la
herida abierta
cuando vea a
Chile justa
patria nueva
entiendan
verdugos infames
sujetos
enajenados en su propia fiesta
que por más
quemen y quemen
los libros,
las páginas enteras
no dejaré yo
de escribir
aun me
encuentre recitando muerta
tomará el
ciudadano la historia
y juzgará
por entonces la contienda
allí viviré
en la memoria renovada
veré mi
gente leyendo en la alameda
libres
regocijando nuevos versos
cuando vayan
marchando [los alegres ruiseñores]
y les llegue
en la cara
palabras que
jamás entendieran
ya entiende
compañero la trinchera
sea este el
testigo del dolor que nos aqueja
vaya para la
vislumbre un canto a la esperanza
y rompamos
con versos nuevamente la balanza.
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