11 de enero de 2013

La corriente.


Ven conmigo y seamos. Seamos, porque eso nos queda entre los humanos. Entre humanos que suelen andar sin destapar los pies del suelo. El suelo que deja surcos en la piel y nos vuelve más humanos. Humanos porque ese es nuestro final, nuestro destino, humanos en la cadencia, en la decencia, en la inconsciencia, en la contingencia. Pero ven, ven y resolvamos estos parabienes. Ven y encontrémosle palabras y caricias a estos deseos. Deseos de tenerte aunque no te tenga nunca. Tenerte por un ciclo lunar infinito, aunque eso fuera una hora. Y una hora bastaría para poderte encontrar. Encontrarte y encontrarme. Tener – te. Leer – te. Té? Un té con sabor a tus labios podría ser mejor. Mejor porque deben saber querer. Querer? Si, querer, porque eso hago en estas líneas del carajo. Querer – te. Querer tus labios con sabor a libro, con desazón de amarte indolentemente, porque ya sabes, es evidente, que no podemos ir a contracorriente. Si bien, a la corriente. Seguir la corriente. Seguirnos la corriente. Entonces, ¿Comprende la corriente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario