27 de febrero de 2012

The nada

Hay episodios como este que no sé lo que pretendo hacer. Sucede que mis sentidos no reaccionan y solo quisieran ser sombras disparadas por pestañas, ser una suerte de transparente esencia que no se alcance a ver en lo alto del silencio, porque a veces el silencio daña. Si... daña y hace marchitar el tiempo, como si esta fuera la piel de una anciana que consumida por el paso de los años no hace nada más que marchitar, sí.. marchitar.

A veces el dolor no parece una canción, más bien me suena a una melodía aletargada que llena sus corcheas con preciso candor de un desasosiego, desasosiego que no puedo dejar de amar, porque amo ese desesperado sentido de la locura, porque locura es lo que hago entre estas líneas que no tienen sentido para mi, y mucho menos para tí. Creo que soy nada, y en otro sentido soy más que nadie, las palabras que rodean mi persona no gozan de coherencia, porque mi trabajo es escupir lo banal, y amar lo profundo. Por épocas infinitas he buscado la felicidad en la mirada de transeúntes que no fijan sus pupilas en las mías, siento el cansancio del andar aventurero del cual tanto me fío... Y por qué fiarme si los humanos no hacen más que engañarse entre quimeras... En fin, este es el fin de mis palabras.. mis palabras que ni siquiera comenzaron con el principio. 

Solo un consejo, no lances la piedra sin haberte considerado el apropiado para hacerlo.

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